viernes, 12 de diciembre de 2008

EPIBLASODIO 1: KAKUKI NO NACE, SE HACE.

Corría el año 1987, cuando el gran "Kakuki" aún era un simple proyecto de "ser omnipresente protéico con ectomatocitos endoplasmáticos taquigrafiados vía láctea". ¿Qué quiere decir esto? Pues eso, KAKUKI.

Todos los astros se pusieron de acuerdo para alumbrar la gran sabiduría que ese ser, de tan sólo 7 años, desprendía en cada uno de sus movimientos. Una inteligencia innata, natural, y al mismo tiempo, divina, ¡qué digo divina!...¡¡divina de la muerte!! Una inteligencia, un saber, ...que le hacía poder beber el caldito de los yogures sin pestañear ni encoger las mejillas una sola vez.
Algo realmente sublime, si tenemos en cuenta que era 1987, verano, y se habían acabado las caracolas blancas de chocolate.

Kakuki era un chico un poco escuálido, pero del Athletic Club de Bilbado. Blanquito de piel, sentado también, si no daba sombra. Kakuki miraba a la gente a la cara, de frente, a veces demasiado, hecho por el cual se llevó alguna vez más de una hostia bien dada.

Su gran amigo, el Kakuki del Sur, siempre andaba con él. Era 5 años mayor que él. Tenia gafas y una increíble máquina de deseos (esto no acaba de sonarme bien...)...algo retardados, pero deseos, al fin y al cabo. Si Kakuki se aburría y deseaba jugar al "Kung - Fu Master" (casi na...), aquella gran máquina yanqui se lo ofrecía. Se llamaba AMSTRAD, y muy poca gente sabía de su existencia (que aún perdura), pues Kakuki y Kakuki del Sur guardaban aquel preciado tesoro "ambivalente flambeado con reciprocidad cero en adelante" de manera enfervorizada. Sabían lo que valía,... y lo que tardaba en mostrarte toda la pantalla para poder ver el juego que cargaba. Una maravilla tecnológica de la naturaleza americana, más del centro de Arizona zona.

Todo esto comenzó a ocurrir en Little Island, un condado pepino onubense, más conocido como "Little Island County", y Kakuki se disponía a ser el Amo del lugar. No tenía patinete, pero se las arreglaría...

Pensaréis que todo esto es demasiado. Que no puede ser. Que es una farsa y debo estar soñando, mintiendo, o, al menos, inventando cosas, datos, nombres, apellidos, calles, teléfonos, y/o/u códigos postales..., que todo esto no es más que la mezcla de un bajo porcentaje de realidad con una mayoría de ficción barata, que ese tal Kakuki ni tenía 7 años ni nada, ni jugaba al Kung - Fu Master...bla, bla, bla. Pues señores y señoras, he de deciros que lo habíes clavao, cojones.

Pero sigamos, sin más dilaciones de calamales.

Kakuki, como habréis podido comprobar (¿?) era la hostia de guapo. Y digo era porque: ¡¡YO NO ERO, ERO UHTEDE!!. Flaqueaba peligrosamente cuando se cruzaba con alguien más guapo que él. Por ese hecho, estuvo algunos meses, parte del verano y parte del azul, compartiendo experiencias "sexuales" con un conocido de un amigo suyo (esto tampoco acaba de sonar bien), apodado "El Metemanosenlasinglesdelastiasdeentre25y40añosaproximadamente", o..., bueno, así optó por llamarle Kakuki, pues su verdaero nombre, sin apodos ni mierdas, era Eustaquio Tolomeo de la Ribera Oñate - Barbadillo de las Heras Tomelloso Bigote - Salmerón de Dios Carrasquillo Rebollo; y parecía mucha tela para decir cuando preguntara por él por teléfono (1987, no había móviles) o por el portero automático (o "fonoporta", como más adelante iba a descubrir Kakuki que se le denominaba también).

Con este compañero de andanzas salidas de tono, Kakuki se dedicaba, entre 17:00 y 21:00 horas a coger "chochetes" y "culetes" a cualquier ser vivo con un mínimo de atracción femenina que se paseara por la parada de autobús de abajo de su casa, que no fuera, claro está, ni su madre, hermana, abuela, tía, sobrina, prima...; quitando las 5 últimas, que sí valían.

Kakuki era así desde pequeño, un ser natural, fresco, espontáneo, agradeibol, de 1'51 metros, con granos en los granos, canijo, con moquetes secos, empostillados y sanguinolientos..., todo un encanto callejero. Kakuki era, era especial, educativamente hablando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario